martes, 14 de febrero de 2012

La provincia encomienda su suerte a los Euromillones y deja de echar la Quiniela


La apuesta más europea suma seguidores, ya que en el último año aumentó sus ventas en un 45,69%, mientras los ciudadrealeños confían un 16,86% menos en un pleno al quince

La Quiniela, el juego de azar de la competición de fútbol española, ha perdido adeptos en la provincia, a juicio de los datos facilitados por la Organización Nacional de Loterías y Apuestas del Estado (Onlae). En 2011 sus ventas cayeron un 16,86 por ciento al pasar de los 4,45 millones de un año antes a los 3,70, dejando un gasto por habitante de siete euros, casi un euro y medio menos. En España y Castilla-La Mancha el desplome fue superior, por encima del 20 por ciento. Y es que los ciudadanos ya no confían en que un pleno al quince -para el que tienen que esperar tres días- les quite de trabajar y centran sus ilusiones en complejas combinaciones numéricas.
De este modo, el Euromillones, que se juega todos los martes y viernes organizado entre varios países de Europa, escala posiciones y a velocidad de vértigo. Y es que en 2009 los ciudadrealeños se dejaron 8,17 millones en él (el importe de cada apuesta es de dos euros), un 7,48 por ciento más que en 2008, pero en 2011 han gastado (o invertido, según por dónde se mire) un 45,69 por ciento más que en 2010: de 8,38 a 12,21 millones con un desembolso medio que supera los 23 euros. 
Su éxito sube como la espuma del champán con el que riegan su suerte los que pueden celebrar la visita de la diosa Fortuna y se debe, entre otras causas, a unos suculentos premios que son posibles gracias a un gran base de jugadores integrada por España, Austria, Bélgica, Francia, Irlanda, Luxemburgo, Portugal, Reino Unido y Suiza. Sin ir más lejos, a principios de año dejaba a un matrimonio de Gévora (Badajoz) 36,5 millones de euros, después de premiar a un único acertante madrileño a finales de 2011 un total de 46,5. Pero, además, en mayo el hijo de un panadero de Pilas (Sevilla) se hacía con los 121 millones del bote. Es cuestión de echar un pulso a la ley de probabilidades o de tentar al destino.Fuente

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